
Esta es una divertida comedia de enredo en la que el recurso del travestismo cobra gran importancia, pues se da doblemente en los personajes de César y Lisarda. De Las manos blancas no ofenden podemos destacar que es una de las pocas obras áureas en las aparece un personaje masculino disfrazado de mujer.
¡Os animo a todos a disfrutar de la Compañía Nacional y de esta fantástica obra de Calderón!
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La versión de Las manos blancas no ofenden, de Calderón de la Barca, que dirige Eduardo Vasco es, sin duda uno de los mayores acontecimientos literarios del año.
En primer lugar, por tratarse de una obra que no se llevaba a escena desde hace un siglo, y hoy se abre paso en Barcelona, como apuesta por un repertorio clásico y apenas conocido, entre el panorama musical que inunda nuestras carteleras.
Otra razón significativa es la originalidad de la comedia, que como explica su director "podemos encontrar en esta obra tentativas de renovación e intentos por mantener en el espectador el asombro ante el ingenio del poeta", sobretodo juega con insólitos recursos como "el travestismo masculino, inusual", que garantiza la complejidad y comicidad de este enredo.
Cabe destacar la impecable actuación de los integrantes de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, por la elegancia y frescura que aportan al texto. También elogiar las magníficas piezas de vestuario de Lorenzo Caprile que contrastan con la parquedad decorativa, que acentúa aún más la fuerza de los diálogos de Calderón.
Por último, destacar el valor que adquiere la música, recreada de los antiguos repertorios del XVIII, que interactúa en escena con los actores, y la brillante coreografía ideada por Núria Castejón.
En definitiva, una de las mejores adaptaciones teatrales de nuestro tiempo.
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